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Este trabajo vio la luz como proyecto de investigación dentro del marco del laboratorio ETC que organiza la sala Cuarta Pared. Gracias a la convicción del grupo en el interés y las posibilidades del proyecto, y antes de que, más tarde o más temprano muera, le hemos querido dar la oportunidad y el derecho, a que se desarrolle un poco más y se haga mayor en forma de espectáculo.

No hay mal que por bien no venga. La actividad teatral se ha ido forjando como disciplina humanística a medida que afrontaba y superaba sus limitaciones materiales. Las circunstancias actuales, una vez más, nos obligan a considerar el desarrollo de nuestra labor teatral como un compromiso colectivo. La razón primera de este proyecto es la ilusión y la fe de un grupo de excelentes profesionales, que pese a las dificultades, se empeña en materializar su trabajo en escena. Y es que la carestía material y la abundancia de talento se traducen en un montaje de una gran sencillez formal que pretende expresar, de manera entretenida, la complejidad del mundo en el que vivimos como sólo el teatro puede hacer.

 

Aquí hay una mano es la historia de dos encuentros: el de una prestigiosa científica, Clara, con un misterio de su pasado y el de un joven –su hermano Jorge- con una máquina fantástica. Justo cuando Clara está a punto de recibir el más importante reconocimiento de su carrera como neurocientífica, la sombra de su hermano Jorge reaparece en su vida. Veinte años atrás, el joven entró a trabajar como operario en la cadena de montaje de una fábrica que su madre, Micaela, detesta. Allí, el joven conocerá a distintos operarios, pero sobre todo a una imponente máquina: la Detroit. A Jorge se le asigna el puesto de las tapas: la “boca” de la máquina, lugar donde, semanas después, el joven sufrirá un accidente: su mano queda atrapada en la prensadora, y aunque el joven es trasladado rápidamente al hospital, los cirujanos no tienen más remedio que amputar la extremidad. Jorge trata de restarle importancia pero, con el tiempo, el diálogo que establece con esta ausencia determinará su relación con el mundo. Él no quiere olvidarse de su falta, sino seguir el camino de la mano. Y el camino de la mano le llevará de vuelta a la máquina. Veinte años después, comprobamos que Clara es una experta en el síndrome del miembro fantasma e inventora de una sanadora caja mágica para mitigar los dolores; pero para entonces, hace tiempo que Jorge ha desaparecido sin dejar rastroS como si la mismísima Detroit se lo hubiera tragado. Clara tendrá que descubrir dónde se haya su hermano, dónde la Detroit, y si quizás padezca ella los síndromes de un fantasma aún más complejo; un fantasma de cuerpo entero: el fantasma de su propio hermano.

 

El teatro como aeropuerto. Dos espacios que nos permiten viajar a otros tiempos y lugares. Y no siempre, ni necesariamente, con una intención evasiva. A la espera de embarcar, accedemos a una suerte de revelación: de dónde venimos y adónde vamos, y por qué. Cuando la aeronave finalmente despega, nos asomamos por la ventanilla y la altura nos privilegia con una distancia desde la que contemplar con gran extrañeza y mayor claridad las cuestiones terrestres. Entonces, con un imposible escorzo del cuello, como cuando desde nuestra butaca nos resistimos a perdernos algún detalle de lo que sucede en escena, oteamos, allí abajo, el lugar concreto donde reside nuestra vida y la del resto de mortales.

La naturaleza social del teatro hace que se enmarque (lo quiera o no) en el tiempo histórico en el que se produce. De ahí su carácter eminentemente convencional. Este es uno de los temas centrales del montaje, cómo relacionar las formas de expresión de la sociedad en la que vivimos con la búsqueda de nuevas formas de expresión puramente teatrales. Para lo cual, planteamos un contexto que privilegie las relaciones que se establecen en escena entre los diferentes espacios, tiempos, personajes y acciones.

Algo que procede de la estructura del texto, que cuenta, entre tantas otras, la relación entre un mismo personaje en dos momentos diferentes de su vida común. Y cómo dicha relación condiciona trágicamente sus existencias. El diálogo de los dos personajes versa sobre su hermano Jorge, y la relación que estableció-establece-establecerá con una línea de montaje en la que trabajó-trabaja-trabajará y que le condenará a desaparecer, pero ¿por qué? La búsqueda de los motivos de la desaparición llevará a una reconstrucción de la vida de Jorge, que para el resto de personajes, no es sino una reconstrucción de sus propias vidas.


Víctor Velasco
 

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