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EL PRESENTE ES UN ANIMAL

Tom Waits - Jayne's Blue Wish
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Caer. Tocar el fondo oscuro. Los personajes alrededor de los cuales se articula el conflicto fundamental de la obra (Él y Ella) llevan tiempo cayendo, y lo siguen haciendo. Pero ahora lo saben, también que para ellos no existe otra dirección que la que conecta lo que está arriba con lo que está abajo. Pero esa involuntaria migración está a punto de llegar a su meta. O eso creen, pues siempre puede haber algo que esté más al fondo de lo que está en el fondo. Y así, fantasean con la naturaleza de su destino. Cuando lleguen allí, adonde se han precipitado casi sin saberlo, reconocerán la textura del lugar con la palma de la mano, lo explorarán con todo el  cuerpo, lo olerán y percibirán su temperatura y la densidad del aire. En definitiva, lo conocerán y asumirán para poder pactar las mejores condiciones de su rendición a la realidad. Aunque aún mantengan esperanzas en la lucha. 

Imágenes debatiéndose (el tiempo). La palabra imagen está, etimológicamente hablando, íntimamente ligada a la idea de representación. La imagen de la realidad no es la realidad, sino una construcción de la misma. Imaginar procede de imagen. El texto no sólo se ayuda del uso de imágenes como fundamento del discurso dramatúrgico sino que además plantea una reflexión  sobre su naturaleza. En la obra, como en nuestro mundo, imágenes de signo contrario pugnan entre sí por imponer la certeza de un pasado dudoso a un presente donde se hace necesario recordar. De esta manera, el presente se basa en imágenes inciertas del pasado que reclaman un estatuto de realidad para, desde ahí, proyectarse en un futuro de indiferencia, como deseos verosímiles de lo que será o no será. La idea de las imágenes debatiéndose propone un proceso de introspección, de lucha en el seno de uno mismo, pero no de una lucha entre el yo y el yo, sino entre las diferentes imágenes que lo mediatizan y constituyen. Representan la idea de proyección del interior en el exterior. Lo que está en juego en esta porfía es la hegemonía de cierta imagen sobre las demás, con el fin de imponer un relato determinado, una cierta narratividad a la propia vida. En este aspecto es en el que la obra plantea su conflicto fundamental, por eso está cargada de incertidumbre y de duda existencial. Por todo esto, la puesta en escena se articulará en gran medida en torno al uso de imágenes. Imágenes de la realidad escénica, combinadas con imágenes previamente grabadas, intentando traducir a escena el conflicto que el texto plantea y posibilitando la generación de un discurso escénico alrededor de este tema.

El deseo (aún) combatiendo la sordidez de lo vivido. Pero en este contexto de desconsuelo aún late un anhelo por algo mejor. El deseo (en un sentido amplio) es la única salida para combatir lo vivido y para proyectarse en un futuro mejor, porque está enraizado en el presente y viceversa. Y es que como su propio título indica, El presente es un animal propone también una reflexión sobre el aquí y ahora. Quizás, la única salida legítima y posible para los personajes, quizás también la única para nosotros, el remedio para escapar del laberinto en el que nos hayamos perdidos. Y es de este concepto de donde nace toda la vitalidad que transmite el texto. 

El espacio. La obra plantea varios espacios, todos ellos con un marcado carácter poético, un jardín (o una selva), un cine, una habitación azul, un parque y una azotea. En principio, cada uno de ellos acoge cada una de las tramas de los diferentes personajes. Pero luego, éstas van mudándose a los otros espacios, creando una especie de estructura fractal en la que la confusión, expresada de manera muy sencilla, pretende funcionar como elemento expresivo de intriga para el espectador. Por todo ello, para la escenificación se hace necesario plantear un único espacio escénico que se capaz de acoger (o representar) todos los demás sin menoscabo de ninguno de ellos. Centrándonos en la trama de los personajes de Él y Ella, planteamos que el cine sea dicho espacio. Y en concreto un cine abandonado,  lo que queda de él cuando ya ni siquiera dicho espacio tiene una función social clara, un cine en los huesos, su esqueleto mismo. También porque el espacio de representación cinematográfica históricamente hablando y el de representación escénica comparten algunas características. ¿Se trata de un cine abandonado o de un teatro abandonado? Y es que estamos especialmente interesados en esta ambigüedad, como estrategia para afrontar el reto que plantea la obra, vinculando el lenguaje escénico con el audiovisual.

Conclusiones. El presente es un animal es un contenedor de todos aquellos miedos del ser humano que permanecen. También es una suerte de sicigia, un dispositivo que combina procedimientos contrarios, el de conjunción y el de oposición. De ahí nace la confianza en la inmensa potencialidad teatral del texto de Bergamín, pues lo escénico encuentra en las dinámicas paradójicas su razón de ser. Deseamos que, partiendo del texto, la puesta en escena invite al espectador a la vivencia de una experiencia escénica propia. Para ello, como siempre, será necesaria la creación de una convención única que albergue y desarrolle las inquietudes plasmadas en el texto. Por todo ello, partimos del trabajo sobre un tiempo sin tiempo, o lo que es lo mismo, un ahora teatral.

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