Víctor Velasco de Lucas
Una veintena de años después del apuñalamiento de Mónica Seles, dos mujeres, ahogadas en una profunda crisis emocional y financiera, se encuentran en una peluquería una tarde de julio. Candela, una empresaria hecha a sí misma, necesita un nuevo peinado y acude a la peluquería que Estefanía tiene en su propia casa. Es tarde, demasiado, pero los tiempos no están como para rechazar a una nueva clienta. Pronto entenderán que, en esta transacción puramente estética y comercial, algo no va del todo bien. Mucho menos, cuando Candela y Estefanía descubran que comparten el fantasma de un pasado en común.
Antonio Rojano
Muchas veces he visto tenis por la tele y la experiencia nunca se ha acercado a la única vez que lo vi en directo. Yo era pequeño pero me acuerdo perfectamente. No era un gran partido. Recuerdo con especial perplejidad el silencio, por momentos similar al que luego me encontraría en el teatro.
Ascensión y caída de Monica Seles no trata sobre el tenis pero establece una suerte de cancha-escenario en la que tiene lugar una de tantas historias que componen y construyen la sociedad en que vivimos. Antonio Rojano rescata una anécdota de la mitología contemporánea para plantear una parábola sobre la injusticia, la culpa y la redención, el éxito y el fracaso. Para, en definitiva, expresar fantásticamente un poco de la perplejidad del individuo de nuestros días.Como director, me gusta particularmente trabajar sobre textos contemporáneos, nunca estrenados. Me obliga, a mí y al grupo, a descifrar sus claves sin referentes previos, a resolver el enigma de cómo ponerla en pie. La experiencia permite descubrir mundos nuevos, o lo que es mejor, completar el creado por el autor. Descodificar el universo que plantea la obra y recodificarlo en un lenguaje escénico elocuente para el espectador es una aventura tan compleja como fascinante.
La tenista serbia Monica Seles fue apuñalada durante un partido por un fanático, que saltó a la pista, de su mítico contrincante, Steffi Graf. Nunca volvió a ser la misma.
Víctor Velasco
