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Premio José Luis Alonso 2012 de la ADE para directores jóvenes.

Premio del jurado al mejor montaje de Teatro Feria Internacional de Teatro y Danza, Huesca 2012.

Premio del Público XXI Festival de Teatro Hispánico Don Quijote, París 2012.

“Confía en el lector, él completará”

Este es uno de los consejos que el personaje de Germán da a su alumno Claudio. Esa misma recomendación nos ha servido de guía durante el proceso de montaje: confiemos en el espectador, él completará. A nivel estructural y argumental, El chico de la última fila, es una obra, que como tantas otras de Juan Mayorga, gira en torno al concepto de posibilidad. ¿Y si en vez de pasar esto, pasara eso otro? El montaje pretende ser fiel a esa idea para, a partir de ahí, potenciar las demás virtudes del texto. Y es que de la naturaleza paradójica del teatro nace parte su “magia”. Magia por la cual el espectador ve un palo y entiende un fusil. La complicidad establecida con el espectador, a través de ese procedimiento polisémico, ha supuesto uno de nuestros mayores retos. Así, en nuestra propuesta espacial, el uso de una mesa pretende significar diferentes espacios, distintos mundos, opiniones, acciones, intenciones y deseos, que no siempre son visibles.

 

“Desde la última fila nadie te ve, pero tú los ves a todos.”

La obra nos habla también de la curiosidad que genera la observación de los demás. Y sobre cómo los diferentes puntos de vista condicionan dicha observación. A este respecto, nuestra intención ha sido la de ofrecer al espectador la libertad para que su atención se centre en aquello que considere más oportuno, ofreciéndole el mayor número de puntos de vista posibles, y extendiendo el tema de la curiosidad del texto al patio de butacas. De esta manera, el público puede observar las reacciones de cada personaje, no sólo en los momentos en los que está “en escena” sino en todo momento, sin estar dirigido más que por el transcurso de los acontecimientos y por su propia curiosidad. A mi juicio, el mayor placer que se puede sentir como espectador es el de ser cómplice de un código escénico determinado. Ojalá podamos compartir, aunque sólo sea un poco de esa complicidad con aquellos que ven la obra y que la conforman también, por qué no, a partir de su mirada.

 

Víctor Velasco

Primer programa de mano:

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