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Tema de Luis Miguel Cobo

Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos, eso pensó Valle-Inclán. Puede que desde cierto punto de vista los recuerdos sólo sean reacciones eléctricas del cerebro. Pero desde la experiencia diaria esos procesos fisiológicos adquieren la forma de representaciones, recreaciones de una realidad pasada, (auto) ficciones, simulacros que pueden no ser reales pero sí verdaderos.

Nuestra especie tiene el poder de generar signos. Gracias a ellos nos relacionamos entre y con nosotros mismos y con nuestro entorno, y lo y nos transformamos. Pero esa capacidad también se expresa de manera monstruosa y alienante. En estos tiempos vivimos ahogados por las exigencias que nos imponen, son nuestras propias creaciones las que nos tergiversan a nosotros, y cada vez resulta más difícil ubicar y dar sentido al mundo. Porque esas representaciones que hemos creado para interpretar la realidad se han apoderado de ella.

En mi caso, sólo el sentimiento de pérdida consigue devolverme la sensación de realidad. La ausencia del ser querido me hace más presente. Y pese a la aflicción siento un profundo alivio. Como si la vida fuera vida otra vez. Esas ficciones que son los recuerdos pueden ser invocados, pero también pueden acudir sin invitación, como fantasmas que nos acompañaran en el espacio y el tiempo de ese viaje interior que es nuestra vida. En alemán existe una palabra, Fernweh, que designa la añoranza de países lejanos en los que nunca se ha estado.

Valle también dijo que es el escenario el que genera la acción, y que sólo en castellano se puede meditar a gritos.

 

Víctor Velasco

Figurines de Ana Rodrigo

Programa de mano

Bocetos y planta de Alejandro Andujar

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