Víctor Velasco de Lucas 

Sinopsis

Los recuerdos de un adulto de cuarenta años en medio de una galopante crisis existencial se suceden en un itinerario retrospectivo por diferentes momentos de lo que fue su crianza. Pretende así revisitar esa etapa de su vida para encontrar claves que le ayuden a comprender su situación actual. Los recuerdos de su adolescencia, los más cercanos, le abren la puerta a otros más lejanos, los de su pubertad, los de su infancia e incluso a aquellos recuerdos que no sabemos muy bien si conservamos, los de nuestros primeros  años de vida y los de nuestro nacimiento, ese acontecimiento por el que todos hemos pasado y previo al cual no existe nada, recordándole otro acontecimiento por el cual todos pasaremos y tras el cual hay una nada parecida pero de alguna manera contraria. De esta manera, y según retrocede en sus vivencias, se da cuenta de la dificultad que entraña la crianza de un hijo. Y de lo que la misma condiciona nuestra vida.

 

Sobre el montaje.

La crianza, trata temas comunes a todo ser humano. Todos nacimos en algún momento, vivimos y moriremos. Y nuestra existencia pasa por nuestra condición de hijos. Y por la manera en la que nos crían. La forma en la que esta idea se desarrolla en el texto, es decir, el dispositivo dramatúrgico que plantea, se basa en los mecanismos de la memoria. Valle-Inclán decía que las cosas son como las recordamos. Es verdad que los recuerdos no son la realidad, pero también lo es que son nuestra única herramienta para intentar moldearla, para aprender de ella. Y la puesta en escena se ha articulado a partir de este punto de partida. El espacio escénico plantea un lugar de paso, metáfora de la situación del personaje principal, que se irá poblando de objetos de su juventud e infancia, los objetos totémicos de su memoria. Y con ellos aparecerán las proyecciones de su padre y de su madre, artífices de sus recuerdos en torno a su propia crianza.

La intención del espectáculo es poner el foco sobre la importancia de la manera en la que criamos a nuestros hijos, pero sin decirle al espectador cómo se debe hacer. En un tema tan complejo y de tanta importancia no existen recetas milagrosas. Creemos que las tablas no son el lugar adecuado para pontificar. Más bien nos gustaría que fuera un espacio para plantear preguntas que susciten una reflexión personal en el espectador. Después de todo, lo importante no es llegar a Ítaca, sino el viaje en sí mismo.