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PRENSA:

La mayoría de las veces la ecuación que relaciona ficción y realidad es estable: la ficción funciona como recipiente y catalizador de los conflictos de la realidad. Pero hay coyunturas históricas en las que presumimos que ésa relación no puede mantenerse constante. En dichos momentos, sospechamos que las incógnitas no se van a despejar de la realidad como frecuentemente lo han hecho, con el simple concurso de la ficción. Porque en estos casos la realidad se impone tozuda, necesariamente.

Durante el proceso de gestación de No hay papel, la palmaria problemática que padecemos la gran mayoría de los participantes en esta incomprensible sociedad igualó sus fuerzas con la parábola crítica que planteaba el texto, desplazando al equipo del rol de creadores al de seres humanos mondos y lirondos y situándolos (nos) en el centro mismo del conflicto a representar. Es frecuente ver en la tele como los artistas nos solidarizamos y apoyamos causas ajenas, cumpliendo a la perfección nuestro papel de intérpretes, o de voceadores. Pero muy pocas veces planteamos abiertamente la problemática concreta de algún conflicto propio sobre el escenario. Ésta es una de ellas. No como ejercicio de autocompasión sino de dignidad, auspiciado por la necesidad de añadir otro testimonio más, esperamos que diferente, al desolador panorama general.

La interrelación y confrontación entre ficción y realidad nos descubre, en un ejercicio crítico, el sentido y el sinsentido de las dos, intentando presentar y representar la expresión de una situación injusta y desesperada ante la que nos reconocemos abandonados e inermes. Una situación ante la que no podemos permitirnos permanecer desunidos.

Quisiera también, y por último, agradecer la valentía, la sinceridad y el cariño con el que estas dos grandes actrices, y el resto del equipo, han aceptado el reto de compartir sus problemas e inquietudes en este extraño momento histórico que nos ha tocado vivir. 

 

Víctor Velasco

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